«Resetearse» a partir de los 40… ¿Es posible?

Llevo un par de días dando vueltas a esta frase «Resetearse a partir de los 40», como título de mi próximo proyecto enfocado en mujeres… y se me ha ocurrido que puedo empezar escribiendo algo sobre ello, para ir “abriendo boca”

 

¿Y por qué hablo de esto? ¿Qué significa resetearse a partir de los 40?

Abordo este tema porque, en mi propia experiencia, y a juzgar por lo que conozco de muchas amigas y familiares, los 40, en la mujer, suelen ser una etapa compleja, llena de retos, preguntas y miedos. No en vano se habla frecuentemente de la “crisis de los 40” o la “crisis de media vida” (porque a los 40, más o menos, estamos en el ecuador de nuestra experiencia vital completa). Y tenemos la opción de quedarnos atrapadas en la crisis, o abordar un cambio que nos lleve a recuperar la alegría, la ilusión, el sentido vital, a encontrar nuevas oportunidades de vivirnos, de destinarnos tiempo y amor a nosotras mismas… Pero ¿Es posible resetearse a partir de los 40? ¿O mejor nos resignamos a nuestro destino?

Un inciso, hablo de los 40 por poner una cifra genérica, pero en realidad, a cada una nos pasa en un momento diferente, pueden ser los 40, 43, 45, o para algunas, llegados o pasados los 50.

 

¿Qué nos sucede en ese momento? Pienso que hay muchos factores que contribuyen a este periodo de ruptura. Bueno, de ruptura para algunas, para otras es un bache profundo, y según lo aborden, no rompen, sino que se quedan ahí. Y voy a repasar los que creo que son más relevantes y comunes para la mayoría.

 

Un primer factor crítico es el llamado “techo de cristal” profesional, que para mí es en realidad un falso techo. Es ese momento en el que ves que tus aspiraciones profesionales se quedan detenidas, o incluso se vienen abajo. En algunos casos, porque tienes hijos y la empresa en la que trabajas no quiere apostar por ti. En otros muchos, porque vienen las nuevas generaciones pegando fuerte, con nuevas ideas y cobrando menos, y de repente te das cuenta de que ya eres demasiado mayor (o, mejor dicho, te consideran como tal), y empiezan a dejar de contar contigo… en muchas empresas se valora más la novedad que la experiencia. En otros casos, simplemente te acercas a la parte alta de la pirámide jerárquica, y ahí solo entran unos pocos y en general los hombres lo tienen más fácil… En definitiva, te ves abocada a seguir haciendo lo mismo por una eternidad de años, con suerte hasta los 65…. Y se te hace “bola”.

En mi caso fue así. Después de casi 20 años trabajando en la misma empresa, sentí cómo era aparcada, cómo mis ilusiones y proyectos se desvanecían después de haber apostado media vida por ese proyecto. Lo viví con una angustia tremenda, agotando mi energía en pensar que podía hacer ahora, en resistirme a la idea de tener que ocupar la misma silla, el mismo despacho, haciendo las mismas tareas o similares por otros veintitantos años más.

Decía antes que el techo es “falso”, porque es posible traspasarlo, aunque para hacerlo necesites hacer cambios radicales en tu trayectoria profesional y, más aún, en tus sistemas de creencias. Es verdad que hace falta tener coraje (u ovarios, dicho en lenguaje coloquial), y determinación para hacerlo, y en el mejor de los casos, contar con el apoyo de tu entorno, lo cual no siempre pasa… Pero poderse, se puede. Yo lo hice, y si yo he podido, no veo porque no puede hacerlo cualquiera. Sólo hace falta creer en ello, creer en ti, proponerte nuevos objetivos y trabajar sobre ellos. ¿Fácil? No, pero no es lo mismo difícil que imposible.

Es posible, por tanto, resetearse a partir de los 40 en el ámbito profesional, para emprender nuevos proyectos, reenfocar nuestra carrera, o simplemente, adoptar una nueva visión de nuestras aspiraciones.

 

Para mí, el factor profesional es el más palpable, al menos entre las que trabajamos fuera de casa, y más aún si trabajamos para otros. Y se manifiesta muchas veces con grandes crisis de estrés, con sensación de no llegar a todo, con falta de ilusión y de alegría.  Pero no es el único, hay otro factor que es determinante, y que tiene que ver con la biología.

Alrededor de los 40 llega lo que llamamos la “perimenopausia”. No es siempre claro a nivel físico, pero tu cuerpo empieza a cambiar.

Este tema me resulta muy interesante. El cuerpo empieza a dar señales de que una parte de tu vida empieza a transformarse… tu “vida útil” como reproductora empieza a agotarse, y esta es una señal de alarma para muchas mujeres.

Desde mi punto de vista, la crisis que se desencadena a partir de este hecho tiene mucho que ver con lo que traemos aprendido en nuestros genes. Hace cientos de años, vivíamos tanto como duraba nuestra etapa reproductiva. Es decir, que, al acabar nuestra etapa dedicada a mantener la especie, nuestra vida dejaba de tener sentido y podíamos morir tranquilas; y, de hecho, muchas mujeres ni siquiera llegaban a vivirlo, morían antes. Esto, si lo exploramos desde nuestro inconsciente, es un mensaje que tenemos grabado… ahora ya no eres útil, tu vida debe acabar. Pero, obviamente, no es así. Hoy día vivimos otra cantidad de vida similar después de la menopausia. Y necesitamos encontrarle el sentido.

Bien mirado, al margen de molestias físicas, que indudablemente existen, es una gran oportunidad para nosotras. Muchas mujeres, a la edad de 40 o 50 años, tenemos a nuestros hijos criados y es un buen momento para empezar a dedicarnos tiempo a nosotras mismas, a nuestros proyectos, a cumplir nuestros sueños, una vez superadas las demandas de la maternidad.

En todo caso, con hijos o sin ellos, es un momento en el que has acumulado gran cantidad de aprendizajes y de experiencias vitales, y vale la pena abrirte nuevas puertas a partir de ellas. Es posible, entonces, y es deseable, resetearse a partir de los 40, para emprender nuevos proyectos apoyándonos en la sabiduría que hemos adquirido, y enfocarnos en cumplir metas que teníamos olvidadas, o en crear nuevas opciones para nuestro disfrute y autorrealización.

 

Con la edad también viene otro cambio que muchas mujeres llevamos mal, y es el cambio físico. La aparición de las primeras arrugas, el inicio de la flacidez muscular, la caída del pecho, las canas… todo esto que hace que nos demos cuenta de que ya no somos las mismas jovencitas que fuimos. Empezamos a salir del canon de belleza convencional, dejamos de sentirnos atractivas, y en esta sociedad donde la juventud y la belleza se valoran muy por encima de la experiencia, esto es, para muchas, una catástrofe.

Aceptar el envejecimiento es una tarea ardua que necesitamos abordar. No solo porque es inevitable, sino porque al aceptarlo somos capaces de reconocer y de valorar la verdadera esencia que llevamos dentro, la guerrera, la sabia, la maga, la hechicera, la sanadora, la aventurera o la diosa que hay en cada una de nosotras.

En mi camino, aceptar la madurez física fue una lucha… de hecho, admito públicamente, y no me avergüenzo de decirlo, luché con “armas prohibidas” para evitarlo. Para ser más específica, me enganché al hábito de vomitar cada vez que comía para evitar engordar, buscando mantener mi imagen joven, atractiva, y mi cuerpo esbelto. Por suerte, lo atajé a tiempo y pude reconducirme hacia la aceptación de mi nueva imagen.

Aceptar mi imagen de mujer madura me ha ayudado a ganar en autoestima y confianza. Y no solo eso, sino que me ha ahorrado tiempo, dinero y sufrimiento… abandoné mi dependencia de los tacones que estaban destrozando mi espalda, mi hábito de maquillarme para ir a por el pan, ¡qué pérdida de tiempo!, mi necesidad de ir siempre “a la última”. Ahora visto cómoda, me maquillo cuando me apetece realmente, y uso tacones cuando voy a fiestas o eventos… y solo si siento que quiero hacerlo. Y estoy en paz con ello.

Estoy convencida, pues, de que es posible resetearse a partir de los 40 también con relación a nuestro aspecto físico. Descubrir nuestro atractivo en nuestro cuerpo maduro, encontrar nuevas formas de “sacarnos partido” aprendiendo a apreciarnos.

 

En definitiva, creo que el “reseteo” es posible, y no solo posible, sino que es deseable si queremos aprovechar la otra mitad de nuestra vida al 100%.

¿Cómo hacerlo? Cada una ha de encontrar la forma que se adapte a ella misma, a su cuerpo y a su mente.

Pero, para ayudar con alguna pista, aprender a conocernos, a extraer nuestro poder, a hacernos responsables de nuestro destino, a traspasar las creencias que nos ahogan y que se transforman en maneras de actuar que no nos favorecen, encontrar nuestros valores y el sentido de nuestra vida, proponernos metas y trabajar en nuestros nuevos proyectos, son algunas de las claves que necesitamos trabajar para poder abordar esa transformación que nos llevará a salir del bache, re-crear nuestra realidad y emprender un nuevo camino que nos devuelva la ilusión, la vitalidad, la alegría… Y, en definitiva, para renacer como mujeres nuevas, apasionadas, plenas y con ganas de vivirnos.

 

Espero, con este artículo, haber sembrado en ti la semilla del deseo de “resetearte”. Si lo he logrado, me doy por satisfecha. Y, si quieres saber algo más sobre cómo abordo los procesos de cambio, puedes hacer click aquí.

 

¡Gracias por leerme, y hasta pronto!

Subscribe To Our Newsletter

Join our mailing list to receive the latest news and updates from our team.

You have Successfully Subscribed!

2 Comentarios
  • Begona
    Publicado a las 22:23h, 14 marzo Responder

    Hola Susana. Gracias por tu artículo. Me siento reflejada e identificada con muchas cosas que mencionas. Y sobre todo, por lo que a mi respecta, siento que como mujer me callo muchas cosas, no proclamo todo lo que valgo y todo lo que soy. Me siento como haciendo toda mi vida desde las sombras. Y eso es lo que he decidido cambiar en ese resetearse que tu nombras como » la crisis de los 40 ó 50″. Aceptarme, sentir auto-compasión, auto-conocerme, estos son los pasos en los que estoy. A partir de ahí, tras hacer el trabajo conmigo misma, creo que podré expandirme al resto de mundo y conectarme a corazón abierto. Ya no me callo!!!!!
    Gracias por compartir tus emociones y pensamientos!
    Besos,
    Begoña

    • admin
      Publicado a las 12:24h, 20 marzo Responder

      Muchas gracias Begoña! Me alego que te haya ayudado a hacer una reflexión, y sobre todo, que estés en el camino de «resetearte» para lograr el éxito, que como tu dices, lograrás cuando te expandas «a corazón abierto»
      Un gran beso para ti!

Envía un comentario